martes, 16 de abril de 2013

No sólo en las nubes hay poesía

Hay una canción sobre una flor que crece en una ciudad. Dice que entre cemento no existe poesía. Pero se equivoca. No ha buscado bien. Poesía hay por todas partes, aunque a veces se mezcle y se confunda. No estoy hablando de versos garabateados un una pared, aunque los hay. No hace falta hablar de versos para referirse a la poesía. Hablo de escuchar el canto de los pájaros y sentir el sol en la cara en esas horas en las que apenas hay tráfico ni gente en la calle. Hablo de presenciar el mágico momento en el que se encienden a un tiempo todas las farolas de una misma plaza. Hablo de sentarse en un banco y sentir las vibraciones de la melodía que toca un músico callejero. Hablo de pararse a observar como un plástico olvidado danza al compás del viento. Hablo de pasear por una calle ancha rodeada de árboles altísimos y de correr levantando con los pies las hojas que el otoño ha hecho caer. Hablo de respirar el frío aire invernal al pasar junto a una fuente helada. Hablo de sentir en la piel los primeros rayos de la primavera mirando las pequeñas flores que decoran la hierba del patio del instituto. Hablo de refugiarse del sol abrasador del verano bajo la sombrilla de una terraza o junto al río. Hablo de sentarse a leer en un embarcadero y de meter los pies en el agua.
¿Que para ti eso no es poesía? ¿Que siempre estará manchada por el ruido de los coches o la gente que camina con prisa? Hay que saber limpiarla y verla en todo su esplendor, quedarse con lo bueno.
Si eres capaz de ver la poesía entre el cemento, eres capaz de ser feliz, por mucho que cierta flor opine lo contrario.